Corazón
Tenía que abrir esa maldita puerta negra, cueste lo que cueste tenía que abrirla, me rompí los nudillos goleándola y no pude. Ni puerta negra, ni ventana negra, solo una pared infinita. Grité como enajenado a la luna, maldije mil veces los hijos que no tengo, mis manos sangrantes cayeron muertas. La noche me dio la espalda una y otra vez; arrodillado, sin fuerzas, odiando, escupiendo sangre, me senté en suelo apoyando mi espalda contra la pared cuando oí la el picaporte girar. Entré. El cuarto era una boca de lobo, no veía nada pero sentía que tenía que moverme, mi pie tropezó con algo afilado, algún metal o un trozo de madera, pensé, a tientas me incliné para cogerlo y cuando lo tuve entre mis manos creí pensar que era un hueso, astillado. No había vuelta atrás, solo apostar o morir. Fui avanzando lentamente con el hueso astillado en mi mano como arma, pero
¿defenderme de quién? ¿o de qué?. Yo lo único que quería era abrir la puerta negra y ahora que ya estaba adentro no sabía que me esperaba ni qué hacer. Solo di un paso más porque mi pie se posó sobre un líquido viscoso y frio.
7 comentarios
Perro Callejero -
(guiño, no guiñol q eso es otra cosa)
NOFRET -
Me dio para pensar en distintas cosas. Me gustan este tipo de textos.
Perro Callejero -
PD "Perdoname" los acentos pero escribo pésimop y el pc a veces se hace eco de ello.
pokito -
salud
Goreño -
Cerro -
Un relato mucho más profundo de lo que parece.
Un gran abrazo, GUAPETÓN.
netesfera -